Un nuevo #SalamancaOnTour

Han pasado tres meses. Era mediados de julio cuando tuve con mi Merchi el último #SalamancaOnTour. Y lo conté por aquí. Ha pasado todo el verano, incluido el veranillo del membrillo, porque vaya calor que ha hecho hasta hace pocos días. Parece que el tiempo empieza a cambiar, a bajar algo las temperaturas, algo más propio de esta época otoñal y, sobre todo, a llover, que hace mucha falta el agua. Que llueva todos los días menos el sábado próximo, que es la boda de mi hermana Auxi, y tanto ella como Paco se merecen que les haga un día espléndido. Estoy seguro que así será… y lo vamos a pasar de arte. Y que llueva, sí, todos los días menos este. Pero que lo haga con moderación, que ya está bien de inundaciones y danas -esto de «dana» es un término nuevo, ¿no? Yo de pequeño jamás lo escuché-.

Pero vamos a lo que vamos… un nuevo #SalamancaOnTour… con mi Merchi, como casi siempre. Desde que me puse las CAR-T en enero de este año, tengo una revisión mensual en el Hospital Virgen del Rocío con mi hematóloga Marta y una revisión trimestral en el Hospital de Salamanca con mi hematóloga Mariví o alguien de su equipo. Pero al ser ya un tratamiento que llaman compasivo, que quiere decir que proviene de un ensayo clínico pero ya no es un ensayo, significa que ya no hay financiación y, por tanto, nos tenemos que costear todo: viaje, alojamiento y manutención. Pues aquí estamos, ya que no se me ocurre mejor inversión que invertir en salud.

Salimos de casa Merchi y yo el domingo un poco después de las diez, ella condujo su Picasso y nos dirigimos al entorno de la estación de Santa Justa, porque allí estaba la oficina donde habíamos reservado un coche de alquiler.

En la última visita de julio nos fuimos en mi coche y se nos averió en el viaje de ida. Pudimos llegar, pero el viaje de vuelta lo hicimos en un coche de alquiler que nos puso el seguro. Y mi coche tardaron más de un mes en mandármelo a Sevilla. En el taller me contaron que resetearon la electrónica y la avería desapareció, sin necesidad de cambiar la válvula EGR, que parece que era la avería. Un arreglo caro si hubiera que cambiarla. La verdad es que el coche ha respondido bien hasta ahora, verano incluido, pero no me fiaba yo cómo iba a responder en un viaje tan largo, no vaya a ser que volviera la avería. Así que lo comenté con mi Merchi y nos decidimos por la opción del coche de alquiler. Lo vimos con tiempo, estuvimos barajando varias opciones con varias empresas de alquiler y creo que al final acertamos al alquilar con Centauro.

Y además al llegar a la oficina nos dice Diego -el empleado que estaba allí, recuerdo que era domingo- que no tenían ningún coche de la categoría que habíamos reservado, así que nos tiene que dar uno de categoría superior sin aumento de precio. No protesté :-). Nos da la llave del coche y nos dirigimos al parking para cogerlo. Es un KIA Sportage muy nuevo, con 8500 kms. Primer problema: ¿Dónde se quita el freno de mano? Segundo problema: ¿Cómo se mete la marcha atrás? El primer problema nos lo resolvió un operario que había por allí y que creo que era de otra empresa y el segundo lo resolví yo solo. Es lo que tienen los coches modernos: mucha electrónica, muchos botones, asistentes para la conducción… Menos mal que en la guantera estaba el manual de uso -un señor libraco- y ahí pude encontrar lo básico que me hacía falta.

Conduje yo todo el tiempo, porque a mi Merchi le da mucho respeto tanto botón y electrónica. Pero me dijo que si yo me cansaba, ella conducía. A mí me gusta conducir y será que me he pegado mucho tiempo sin poder coger un volante que parece que ahora me gusta más todavía. Y si encima es un coche modernito y nuevo… mejor.

Paramos a almorzar donde solíamos hacerlo cuando íbamos con nuestro chófer Jesús. En el Hostal Asturias, en Jarilla, en el kilómetro 449 de la Ruta de la Plata, a unos 100 kms de Salamanca. Un buen sitio que tiene un buen menú y donde saben de maravilla los huevos fritos con jamón. De todas formas, mi amigo Juanlu me ha recomendado otro sitio que me he guardado y que seguramente probaremos en un próximo viaje.

A los pocos kilómetros tras reanudar la marcha empezó a llover y así llegamos a Salamanca, lloviendo todo el camino. Así que nos fuimos directamente al hotel, estaba en Recepción Paula, a la que no conocíamos de antes porque había estado haciendo las prácticas allí durante el verano, la saludamos, nos dio nuestra habitación y nos quedamos allí toda la tarde, porque la lluvia no permitía que esta vez nos hiciéramos nuestra tradicional foto en la Plaza Mayor. La próxima vez será… Y vimos el partido de España, que ganó 0-1 en Noruega.

El día siguiente empezaba temprano, porque tenía cita a las 8:00 en Medicina Nuclear para hacerme un PET-TAC que tenía programado. Así que sobre las 7:30 nos despedimos de nuestra amiga Rocío, que estaba en Recepción, y le dimos su libro y el de su compañera y también amiga nuestra María José. Ambos libros dedicados pues las dos se hicieron mecenas una vez más.

Llegamos al Hospital diez minutos antes de la cita y, tras esperar un poco, me llaman para iniciar el proceso de la prueba. La pregunta que siempre hacen: «¿Es la primera vez que se hace esta prueba?» Mi respuesta: «Que va. Creo que llevo más de quince PET-TACs. Es más, creo que tú fuiste la enfermera que me atendiste en la última, Mari Carmen. Vengo de Sevilla». Respuesta de ella: «Me encanta Andalucía. Siempre he veraneado con mis padres en La Antilla». Y le digo yo: «Esto me lo has contado tú antes. Me acuerdo». «Pues sí, es verdad, ahora caigo». Las cosas que me pasan…

Ya he contado muchas veces lo que es un PET-TAC, pero lo voy a intentar resumir una vez más. Se trata de una prueba radiológica en la que se estudia el estado del tejido óseo -de los huesos- de todo el cuerpo. Al menos a mí siempre me lo hacen de cuerpo entero. Es lo que yo le llamo «el examen» porque a mí donde más me ataca el mieloma desde que lo tengo es en los huesos. Se trata de estar inmóvil unos treinta minutos tumbado sobre una plataforma mientras que un rosco pasa por todo tu cuerpo y va tomando imágenes. Es menos claustrofóbico que una resonancia, porque hay más espacio entre el rosco y tu cuerpo y además no hay ruídos. Pero también tiene su cosilla, porque eso de estar inmóvil, con los brazos amarrados al cuerpo… parece que entonces es cuando más te pica todo el cuerpo y más ganas de rascarte te entran. Pero será que ya llevo muchos PET-TACs hechos que a mí particularmente no me supone mucho problema. Más pesado me parece la hora previa que hay que estar en un sillón una vez que te inyectan el contraste para que se reparta por todo el cuerpo. Y una vez hecha la prueba toca otra vez esperar a que el médico vea que ha salido todo bien y entonces te dan permiso para irte.

Más de dos horas y media llevaba mi Merchi esperándome sentada en la Sala de espera, en una silla que no le viene nada bien para su espalda, por lo que cuando salí estaba dolorida. Eran ya casi las once de la mañana, así que nos dirigimos directamente a la zona de Ensayos clínicos para entregar la orina de 24 horas, tomarme las constantes y hacerme la extracción de sangre para la analítica. Fue Mey, una de mis enfermeras cracks, quien lo hizo. Nos encantó saludarla. Saludamos también a todas las demás enfermeras cracks -Maite, Balbi y Patri, echamos de menos a María- y además nos hicimos esta foto con el libro:

De allí nos fuimos mi Merchi y yo a desayunar a la cafetería del hospital para hacer tiempo a que estuvieran los resultados de la analítica y poder entrar en consulta. Hoy no estaba Mariví porque estaba en Nueva York. Estaba pasando consulta Sandra.

Mientras esperábamos para entrar en consulta, pudimos saludar a otro paciente de Logroño que también se puso las CAR-T hace años y que recuerdo que cuando yo me las iba a poner en enero me dio muchos ánimos. Siento no acordarme de su nombre. Y también vino a saludarnos Isabel, que había ido a consulta y me llamó por si aún estábamos por allí. Nos encantó verla y estuvimos charlando un rato. Se nos olvidó la foto. Y también pudimos saludar a Borja, otro de mis hematólogos crack, que se alegró mucho de verme tan bien.

Era más de la una de la tarde cuando en la pantalla sale el número 1071, que era el mío. No quiere decir que tuviera por delante 1070 pacientes. Son números aleatorios que asigna el sistema. Entramos en la consulta con Sandra y yo creía que no habíamos coincidido nunca, pero es ella la que nos dice que sí me había visto, pero era al principio de ir a Salamanca y aquel Juanma no tiene nada que ver con el que estaba viendo ahora, afortunadamente. Se lo agradezco mucho. Me dice que los resultados de la analítica están bien, que me llamarán cuando esté el resultado del PET-TAC, me pregunta cómo estoy, me ausculta y conversamos de una manera distendida. Nos demuestra que es otra de las médicas cracks que tanto abundan por el Servicio de Hematología de Salamanca.

Terminamos, nos despedimos del personal y salimos del hospital para recoger el coche. Eran casi las dos de la tarde cuando emprendimos el viaje de vuelta a Sevilla. De nuevo conduje yo todo el tiempo. Paramos en Mérida para tomar algo, llegamos a Sevilla cerca de las siete de la tarde, fuimos a llenar el tanque de diésel antes de devolver el coche, lo devolvimos sin problemas y cogimos nuestro coche para volver a casa.

Llegamos cansados, pero contentos por los buenos resultados y de nuevo con la incertidumbre de tener que esperar los resultados del PET-TAC, que son los que más intranquilidad dan. Tiene que ir bien…

Y para terminar el día… esto:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.