Escribo estas líneas la mañana del sábado. Un Sábado Santo que se presenta espectacular con el Santo Entierro Grande, aunque no sé si vamos a caber por las calles, porque he escuchado por ahí que hasta van a venir muchos autobuses con gente de fuera para disfrutar de este día en Sevilla. Pero no podemos olvidar que hoy salen otras hermandades, entre ellas mi Hermandad de la Trinidad. Si Dios quiere, la veré junto a mi Merchi a los pies de la Giralda, porque hoy también tenemos silla en aquella zona que el Ayuntamiento de Sevilla tiene reservada para personas con discapacidad y que asigna por sorteo. Este año he tenido suerte y me tocó el Miércoles Santo, que ya os conté por aquí, y hoy Sábado Santo, que os contaré por aquí en un próximo post.
El Jueves Santo lo comencé tempranito, pues había quedado con mis amigos de siempre -Casti, Jesús, Coli y Francis- para cumplir una de las tradiciones que venimos haciendo durante años: ver en sus respectivos templos a la Macarena y a Los GItanos y compartir un desayuno. Un año más lo cumplimos… y los que nos quedan, si Dios quiere.
Vino a recogerme a mi casa Casti con su coche, hasta ahí vinieron Coli y Jesús y por el camino recogimos a Francis. Nos dirigimos a la Basílica de la Macarena, que abría a las nueve de la mañana, llegamos un poco antes y ya había una cola importante. Pero en cuanto abrieron las puertas de la Basílica la entrada fue ágil y pudimos ver al Señor de la Sentencia y a la Macarena. Impresionantes ambos en sus pasos.
De ahí cogimos el coche y nos fuimos al templo de Los Gitanos, el cual abría a las diez. Como todavía faltaba tiempo, desayunamos antes en un bar cercano y allí me encontré con mi amigo Pepe, que estaba con su mujer y con su hijo Joaquín. A ambos nos encantó vernos, pues ha sido mucho el tiempo que no nos veíamos tras coincidir durante meses haciendo los dos rehabilitación con nuestra fisio Bea en el Hospital Macarena. Y muchos caminos de ambulancia compartidos, sobre todo de vuelta, pues a Pepe lo dejaban antes en Valdezorras y después me dejaban a mí en Sevilla Este. ¡Gran persona y gran amigo Pepe! Tenemos que seguir, amigo…
Una vez que desayunamos -gracias por la invitación, Francis- fuimos al templo de mi Hermandad de Los Gitanos y allí estaban preciosos mi Señor de la Salud y mi Virgen de las Angustias, a la que acompañaría detrás de su paso la siguiente madrugá, haciendo estación de penitencia en mi silla de ruedas, empujada por mi amigo Carri. En el templo pude hablar con el Secretario de la Hermandad, Curro, al que le di las gracias por las facilidades que me dio una vez más para sacar mi papeleta de sitio. Y también hablé con el Hermano Mayor, José María Flores, al que le dije que yo era quien le saludó el Sábado de Pasión cuando iba con mi Talquita haciendo estación de penitencia con San José Obrero. Nos despedimos deseándonos mutuamente una feliz estación de penitencia la próxima madrugá. Aquí se dice «madrugá» y no madrugada. Hasta lo dice un salmantino:
Esta magnífica mañana de Jueves Santo la resumí en este tuit:
Me dejó Casti en casa y tocaba descansar el resto del día porque por delante tenía una noche completita. Tenía que hacer estación de penitencia un año más con mi Hermandad de los Gitanos. Dada mi antigüedad como hermano -me hicieron hermano cuando me bautizaron, a los diecisiete días de nacer, algo que le agradezco enormemente a mis padres. Besos al cielo-, en los últimos años que he salido de nazareno -hasta 2017- siempre he ido en el último tramo de Virgen. En 2018 y 2019 no pude salir por culpa de mi enfermedad. En 2020 y 2021 no pudo salir nadie porque no hubo Semana Santa por culpa de la pandemia. En 2022, el año pasado, mi amigo Carri, que salía con su cruz detrás de la Virgen me propone una cosa, ya que vio las ganas que yo tenía de salir, pero mi poca movilidad no me lo permitía. Me propone que él dejaba su cruz a cambio de empujarme a mí en mi silla de ruedas en el mismo sitio en el que iba a ir, es decir, detrás de Ella. Me encanta la idea y le agradezco de corazón su ofrecimiento, pero esto es algo que tenemos que hablar con la hermandad. Y eso hicimos, le mandé un primer correo a Curro, secretario de la Hermandad, explicándole la propuesta; me dice que trasladará la propuesta al Diputado mayor de gobierno y a los pocos días me manda un nuevo correo diciéndome que no había problemas, así que propuesta aceptada. Y así lo hicimos. Y así lo disfrutamos. Y así lo conté por aquí.
Y este año igual. Hicimos lo mismo. Una estación de penitencia detrás del paso de la Virgen de las Angustias en mi silla de ruedas empujada por mi amigo Carri. Después de la Catedral nos acompañó su mujer Noelia y su hijo Pablo, que estuvo un buen rato empujando la silla. Gracias a ambos. También se pasó a vernos un rato mi Merchi y mi Patri. Y mi hermana Chari, aunque ella fue desde la catedral acompañando a mi sobrina Ángela, que hizo completo el camino de vuelta. Mi sobrino Manu hizo completo el recorrido y salió desde el templo por segunda vez consecutiva, aunque él iba en el cuarto tramo del Señor junto a algunos amigos suyos y mis amigos Coli y Francis.
Preparé las cosas en casa, aunque saldría y me vestiría en casa de mi hermana Chari, en la que fue casa de mis padres y mía… una tradición más.


A la una de la madrugada quedamos en casa de mi hermana Chari para salir juntos hacia el templo. Nos fuimos andando, bueno, mi amigo Coli empujó mi silla todo el camino y llegamos con tiempo antes de la salida. Ellos se fueron a su tramo del Señor y yo me quedé con mi amigo Carri. Nos quedaba por compartir varias horas por delante. Y disfrutar, varias horas que disfrutar.
Pude saludar a bastante gente que conocía y que también son hermanos de los Gitanos: nazarenos, costaleros y músicos. Cuando estábamos a punto de salir -eran ya las cuatro de la madrugá- se acercó para saludarme Curro, el secretario de la hermandad, y nos deseamos mutuamente una feliz estación de penitencia.
El sitio que llevamos es bastante privilegiado, pues para eso Carri y yo tenemos la antigüedad que tenemos… y es que ir detrás del paso de la Virgen de las Angustias es todo un privilegio. Eso sí, te dan una paliza importante, porque es mucha la gente que quiere estar alrededor del paso. Y esto ocurre durante todo el camino, tanto de ida como de vuelta, aunque en la vuelta se nota más. Sólo nos salvamos en la carrera oficial, pues ahí no puede entrar nadie ajeno a la cofradía. Pero esto ya lo vivía yo cuando salía delante de Ella en el último tramo de Virgen, por lo que podemos decir que estoy entrenado. Y he de reconocer que la mayoría de personas me respetan y me dan mi sitio al ir en silla de ruedas, aunque también hay alguno que se cree que está solo en este mundo y que sólo sabe mirarse su ombligo, pero afortunadamente estos son los menos.
Disfrutamos mucho del recorrido, la banda de las Nieves de Olivares interpretó las marchas de forma espectacular, como siempre, recé mucho durante todo el recorrido, di las gracias por muchas cosas y, al igual que el año pasado, hice andando empujando mi silla los últimos metros del recorrido. Y llegué muy emocionado, la verdad. Un año más… y esperemos que puedan ser muchos más.
Me recogieron mi Merchi y mi Patri, empujaron mi silla hasta donde habían dejado el coche, llegamos a casa, comimos algo y tocaba descansar. Me eché una buena siesta de casi cuatro horas -cuando era pequeño y salía de nazareno toda la madtugá, solía empalmar el sueño hasta la mañana del sábado, entre 15-16 horas durmiendo-.
Me desperté para ver el partido del Sevilla, no era plan de ir al Sánchez-Pizjuán. Lo vi por la tele y al final quedó empatado 2-2 frente al Celta. Un empate inesperado, pues estaba el Sevilla ganando 2-0 a pesar de jugar con uno menos casi todo el partido. Y así fue hasta el minuto 89, donde nos marcaron el primer gol, y en el descuento el segundo. Al final 2-2, un empate que supo a poco por como se había desarrollado el partido.
Y hoy, Sábado Santo, toca seguir disfrutando, de mi hermandad de la Trinidad y del Santo Entierro Grande, entre otras cosas. Y os lo contaré por aquí…
Qué GRANDE eres, Juanma!!! Espectacular tu Hermandad por Sor Ángela.
Gracias, amigo Agu. Y enhorabuena por tu reconocimiento por los 50 años de hermano del Buen Fin.
Un abrazo.