Mis primeros pasos… de nuevo

Es la tercera vez que tengo que aprender a andar. La primera fue como todos, cuando somos bebés y empezamos a dar esos primeros pasos tambaleándonos y cayéndonos muchas veces tras haber gateado y limpiado los suelos de toda la casa en repetidas ocasiones. Y a nuestros padres y abuelos cayéndoseles la baba y haciéndonos fotos con la cámara que había entonces y que no se podía ver la fotografía hasta que no llevaras el carrete a revelar… nada que ver con lo que hay hoy, está claro.

La segunda vez fue hace casi dos años, cuando el mieloma me atacó fuerte al tejido óseo de la espalda -entre otros sitios- y me dejó sin movilidad y con unos dolores impresionantes. Me costó casi diez meses soltar la silla de ruedas y dar mis primeros pasos, primero con andador y después con bastones de senderismo. Fueron unos meses de mucho trabajo, de muchos ejercicios de rehabilitación, de mucho gimnasio, de muchos ejercicios en la piscina, en la cinta andadora y en la bicicleta estática, de muchas horas haciendo sentadillas en la reja de mi ventana… Por mí no iba a quedar, eso sí que lo tenía claro. Yo tenía que volver a andar. Y volví a andar, aunque con ayuda de bastones.

Pero a finales de agosto del año pasado la enfermedad volvió a decir «aquí estoy yo» y me volvió a atacar en distintas partes de mi cuerpo, pero donde más daño me hizo fue en la rodilla izquierda y el fémur izquierdo. Fuertes dolores y de nuevo inmovilidad. Tuve que soltar los bastones de senderismo y cambiarlos por la silla de ruedas. Estábamos en Salamanca mi Merchi y yo, y además pasando un mal momento porque, además del nuevo ataque de la enfermedad, tuve que abandonar el ensayo clínico de las células CAR-T en el que tantas esperanzas tenía puestas.

Y desde entonces hasta hoy. Todavía no he podido soltar la silla de ruedas. Llevo ya más de diez meses con ella y con la inmovilidad. Pero estoy seguro de que lo voy a volver a conseguir, yo voy a volver a andar. El tratamiento del ensayo clínico que estoy siguiendo ahora en Salamanca me está sentando muy bien, los resultados de analíticas y pruebas de imagen son buenos y, por tanto, vuelvo a estar muy esperanzado. Además como estoy en manos de la doctora Mariví Mateos, esto me hace tener plena confianza de que lo vamos a lograr. Lo que me preocupa es esa fiebre que me aparece la mayoría de las tardes-noches y que no terminamos de controlar. Pero seguro que mi doctora y la gente que sabe de esto encontrarán una solución.

Siempre he dicho que una cosa es luchar contra el mieloma y otra es luchar contra el rastro que va dejando en tu cuerpo, en mi caso sobre todo los problemas óseos. Desde que apareció el problema de la rodilla me está viendo en consulta el doctor Gallo, del Hospital Virgen del Rocío. Son visitas mensuales con radiografía previa en las que se ha ido viendo la evolución positiva. Ya tengo permiso para cargar con la pierna izquierda, pero me cuesta mucho dar el paso porque la rodilla no ha quedado bien y tampoco puedo estirar la pierna del todo. Está viniendo a casa un par de veces en semana un fisioterapeuta del Servicio de Atención domiciliaria, que me indica los ejercicios que tengo que hacer, me da algún masaje en la pierna e incluso me hace soltar la silla:

Es la tercera vez que tengo que aprender a andar. Yo soy mu pesao y nuevamente por mí no va a quedar, eso os lo puedo asegurar. Haré todos los ejercicios que sean necesarios para volver a soltar la silla de ruedas y pasar primero al andador y después a los bastones. Sé que es un proceso lento y que requiere mucho esfuerzo, pero con la ayuda de toda la gente que tengo a mi alrededor y de toda la gente que me sigue el resultado no puede ser otro: VOLVERÉ A ANDAR y tú estarás a mi lado para verlo.

Y mañana de nuevo #SalamancaOnTour…

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