No me lo creo ni yo. Dieciocho ciclos ya de un mismo tratamiento. Y no me lo termino de creer porque en las anteriores líneas de tratamiento que he seguido, ya sean tratamientos convencionales o ensayos clínicos, ya sean en Sevilla o en Salamanca, no he tenido más de seis o siete ciclos del mismo tratamiento, y ha habido que abandonarlo por distintas circunstancias, pero fundamentalmente porque la enfermedad decía que aquí estaba ella; aparecía normalmente atacando con fuerza y había que dejar el tratamiento y buscar otra opción. Menos mal que hoy en día existen esas otras opciones, esas puertas que se abren cuando se cierran otras… y es que no me cansaré de decir que me ha tocado la lotería desde el momento en el que conseguí entrar en el Servicio de Hematología del Hospital de Salamanca. Empecé por allí en octubre de 2019, que ya ha llovido -bueno, llover no ha llovido mucho…-, ya mismo cumpliremos tres años de nuestros #SalamancaOnTour.
En esta ocasión fui acompañado por mi sobrino Migue, pues mi Patri había cogido unos días libres de su trabajo en Granada y se ha venido al campo junto a Alberto para estar con nosotros unos días. No era plan de irnos Merchi y yo miércoles y jueves a Salamanca pues había venido para estar con nosotros.
Mi Migue, que siempre está ahí, dijo que sin problema, que él me acompañaba para que se pudiera quedar Merchi. Y eso hicimos… Nos vinimos Migue y yo temprano del campo a Sevilla, desayunamos juntos y en mi casa nos recogió el taxi a las diez de la mañana. De nuevo nos recogió Juan, que ya era la tercera vez que nos llevaba. Viaje agradable y de buena conversación, aunque Juan es del otro equipo de la ciudad. Gracias por todo, Juan. Hasta una próxima ocasión.
Llegamos al hospital de Salamanca sobre las 14:30, saludamos a mis enfermeras cracks, me pesé -86,1 kilos-, y fue María quien me tomó las constantes y me hizo la extracción de sangre en mi pinchazo número n tendiendo a infinito -término matemático total-. También pude saludar a Alicia, a la que hacía bastante tiempo que no veía. Hemos quedado que en la próxima visita me traerá mi tercer libro para que se lo dedique. Cuando terminamos llamé a la empresa de taxis, nos recogió Matías y nos acercó al hotel. Antes de entrar para descansar del viaje comimos algo en uno de los bares que están frente al hotel.
En la recepción del hotel Silken Rona Dalba nos atienden con el buen trato de siempre, en esta ocasión estaba Raquel, que nos dio las tarjetas de la habitación y la clave wifi. Migue y servidor descansamos un ratito y, cuando acabó Pasapalabra, nos fuimos a dar un paseo. Salimos los dos en manga corta, pero nada más pisar la calle me di cuenta que una manga larga no sobraría, que esto era Salamanca, no Sevilla; así que Migue fue a la habitación a coger una sudadera fina que mi Merchi me había guardado en la maleta… muy previsora ella. Paseo por el entorno de la Plaza Mayor -¡qué bonita es!, no me cansaré de decirlo-. Y cenamos muy bien en el «Ruta de la Plata». Paseo de vuelta hasta el hotel y recogida.
A la mañana siguiente nos recogió Juan Carlos del hotel, nos despedimos de María José, que estaba en Recepción, y llegamos pronto a la zona de Ensayos clínicos del Hospital. Nos atendió Dora, nos preguntó cómo estábamos, le dije que ya tenía la analítica del día anterior y nos dio número para consulta. Nos llamaron pronto, y en consulta estaba David, médico residente que estaba con Bea en la última visita que hice, por lo que conocía el problema que tenía con el quiste de la espalda. Me preguntó cómo estaba y cómo me iban las curas. Yo le dije que iba mucho mejor, que me dolía bastante menos y que parece que me han hecho buenas curas en mi Centro de Salud. Me vio la herida y comprobó que estaba mucho mejor, me confirmó que aún quedaba algún resto de infección según dice la analítica, pero me dijo que me pondría el tratamiento. Respiré, porque no las tenía todas conmigo… y lo de saltarme una segunda sesión consecutiva de tratamiento no me hacía nada de gracia, porque uno ya se conoce a su enfermedad tras la experiencia acumulada…
Tocaba esperar a que llegaran los chutes de Dara y Talque de Farmacia. Y mientras esperábamos, pudimos saludar a la gente de Ascol, que nunca fallan; vino a verme Bea, otra de mis hematólogas, que me preguntó cómo estaba y a la que le agradecí su llamada de la semana pasada para decirme el resultado del cultivo del quiste y tranquilizarme, pues el antibiótico que me mandó controlaría la infección. Que siguiera con las curas y a ponerme el tratamiento, como me había dicho David.
Fue Mayte quien me dio la premedicación y quien me tomó las constantes y me puso los chutes cuando llegaron de Farmacia, poniéndome la inyección de Dara primero y una hora después la del Talque. Nueva toma de tensión y temperatura y, como todo estaba bien, nos da permiso para irnos. Llamo al taxi, viene a recogernos Andrés -buena gente también- y viajamos con él hasta llegar a Sevilla. Una vez allí, cogió Migue el coche y nos fuimos para el campo, donde nos estaban esperando mi Merchi, mi Patri y Alberto. Y juntos vimos el programa que repitieron de «El cazador» en el que salí yo, que emitieron por primera vez el pasado 1 de julio y del que ya os hablé por aquí.
Hemos empezado un ciclo más… Dieciocho van ya… y seguiremos con los que hagan falta mientras que este tratamiento me tenga a la enfermedad controlada. Y mientras… ¡a seguir viviendo! porque… ¡Vivir es urgente!