Crónicas hospitalarias (I)

Con parte de mi familia

Aunque no tiene nada que ver una cosa con otra, el título de este post me lo ha inspirado ese «Crónicas marcianas» que a tanta gente tenía enganchado hace varios años a la tele. Y lo de numerarlo es porque mi intención es que éste sea el primero de una serie de artículos; escribiré uno cada vez que tenga que pasar por un ingreso hospitalario pues, dada mi situación actual, tengo claro que será más de uno. También tengo claro lo de «hasta aquí puedo contar»; me considero lo suficientemente centrado para discernir entre lo que se puede contar y lo que debe quedar dentro del ámbito íntimo/personal/privado.

Muchas de estas cosas que os cuento aquí ya las he dicho por las redes sociales, e incluso han ido acompañadas de fotos, pero el formato «artículo de blog» es el que más me gusta y por eso os las cuento por aquí de la forma más resumida posible. Y si has venido a verme o me has llamado, lo más normal es que ya te lo sepas todo. Esto lo he contado tantas veces que espero que ahora al escribirlo me salga de corrido.

El pasado sábado por la mañana fui con mi mujer a darle una vuelta al campo e incluso iba yo conduciendo, pero ya iba con un dolor en la espalda que venía arrastrando desde hacía varios días. Estando allí el dolor se iba agudizando tanto que le dije a mi mujer que no me encontraba capacitado para conducir de vuelta, por lo que le pedí que condujera ella. Llegué a casa, me tomé una pastilla para intentar calmar el dolor -ya tenía puesto un parche de morfina de 50- y me puse un ratito la manta eléctrica. Pero el dolor no remitía, por lo que decidimos irnos a Urgencias. Cuando llegamos allí y tras las esperas correspondientes -aunque no fueron largas, la verdad- me atendió un médico de Medicina interna que me recomendó que me pusiera un segundo parche, me puso una inyección y me dijo que me podía ir a casa porque con eso en 15-30 minutos remitiría el dolor y que el lunes hablara con mi hematóloga.

Nos fuimos para casa y pasaron 15, 30, 60, 120… y hasta 180 minutos. Y nada, el dolor no remitía. Agobio total. No sabía cómo ponerme: ni de pie, ni sentado, ni tumbado en la cama. Como yo me encontraba bastante mal y prácticamente no me podía mover, mi mujer decide llamar al 112 y, tras las explicaciones oportunas, nos mandan al 061. No tardan mucho en llegar a casa, me hacen todas las preguntas necesarias, me hacen un reconocimiento tumbado en la cama y me dicen que lo mismo tengo una obstrucción abdominal, pero eso era algo que habría que ver en una radiografía, por lo que deciden trasladarme en ambulancia nuevamente a urgencias. Pero antes de irse me preguntan por la pulsera que llevo puesta, se lo explico y me compran pulseras para colaborar con la «Operación pulseras«.

Trato exquisito y excelentes profesionales los del 061

Llegamos de nuevo a Urgencias del Hospital Virgen del Rocío y me atiende el mismo médico que me atendió unas horas antes. Tras comentarle que no había desaparecido el dolor y lo que me dijeron los del 061, decide hacerme una radiografía, aunque en la misma no se detecta ninguna obstrucción abdominal. Como tiene acceso a mi historial y a los resultados de las pruebas que me han hecho en esta última semana, me comenta que el PET-TAC confirma que hay células de las malas -sí, ésas que tenemos que combatir- por la columna y las vértebras y que seguramente éstas serán las que me están produciendo el dolor en la zona lumbar de la espalda. Por tanto, decide mi ingreso en los sillones de observación para que me pongan la morfina por vía intravenosa, que será mucho más efectiva y me calmará el dolor.

Y permanezco en los sillones de Observación desde las 8 de la tarde del sábado hasta las 11 de la noche del domingo, aunque con una magnífica atención allí también por parte de todos los profesionales que me atendieron. 27 horas esperando hasta que hubiera una cama libre para subirme a planta. Finalmente me suben a una planta que no es la que me corresponde, pues me llevan a la planta de Cirugía y a mí me corresponde la de Hematología, a la que consiguen trasladarme en la tarde del pasado martes y donde aún seguimos.

El lunes consigo hablar con mi hematóloga, que me confirma que está al tanto de todo lo que me ha ocurrido durante el fin de semana -pedazo de equipo el de Hematología de este Hospital y la coordinación que tienen- y me dice que vamos a empezar con el nuevo tratamiento YA. Por tanto, durante la mañana del martes me ponen la primera sesión de quimio, me dan el pastilleo correspondiente -vuelve la Prednisona- y por la noche me ponen el chute de Bortezomid, pues éste continúa, y ya van 29… Serán 6 ciclos que ya hemos comenzado, aunque el objetivo más cercano es acabar con ese dolor de espalda, o disminuirlo todo lo posible para que me pueda ir a casa.

Escribo esto a las 3:00 A.M. del viernes día 7 -el insomnio sigue presente- y estamos en el proceso de ir disminuyendo progresivamente la cantidad de morfina que me están poniendo por vía intravenosa hasta conseguir combatir el dolor con los parches y la medicación correspondiente, algo que podría hacer en casa.

En general me encuentro bien, buen aspecto -según me dicen-, de momento sin efectos secundarios de la quimio que me pusieron hace un par de días, aunque quizás algo falto de fuerzas y con los pies un poco hinchados por estar tanto tiempo en la cama y moverme poco. Con ganas de superar esto y poder irme a casa, porque como en casa de uno… no se está en ningún sitio.

Tengo que agradecer con todas mis fuerzas el trato que estoy recibiendo en cada momento por parte de los que aquí trabajan: limpiadoras, auxiliares, enfermer@s, médic@s… Tod@s, absolutamente tod@s, auténticos profesionales. No quiero nombrarlos para no dejarme a nadie atrás, pero creo que me sé el nombre de tod@s. Muchas gracias, de corazón.

¿Y de mi gente qué puedo decir? Mi mujer, mis hijas, mis hermanas… la de horas que están echando aquí conmigo… y porque no consiento que nadie se quede conmigo de noche de acompañante porque afortunadamente me puedo valer por mí mismo bien. Y el resto haciendo sus otras funciones en casa. Son geniales y me quieren un montón, casi tanto como yo a ell@s.

Alucino con la cantidad de visitas recibidas -me van a echar de aquí :-)-, la cantidad de llamadas al móvil, de mensajes y de comentarios recibidos a través de las redes sociales, lo que se acuerdan de mí desde algunos eventos educativos, la cantidad de pulseras vendidas -hasta aquí en el hospital, Reyes, una de las limpiadoras, se ha puesto a vender pulseras y ha vendido un montón de ellas a gente de la planta-.

El álbum digital con fotos de las pulseras sigue creciendo, así que si aún no me has mandado la tuya ya estás tardando… Pero también he hecho un álbum impreso con las primeras fotos que me habéis mandado, como podéis ver en la fotografía del principio de este post. Pero habrá que hacer un segundo álbum pues en éste evidentemente no están todas las fotos y siguen llegando…

Y recuerdo que mañana día 8 serán las «Migas solidarias«. De una u otra forma allí estaré y, si te es posible acudir, allí te espero para colaborar con esta acción solidaria. Se venderán pulseras y habrá también objetos de la Fundación Josep Carreras contra la leucemia a la venta. Todo lo recaudado irá destinado al proyecto de la Fábrica de células imparables.

Muy identificado con los testimonios de este vídeo. No te lo pierdas

#yomecuro #SeguimosJuanma

Continuará…

22 comentarios en “Crónicas hospitalarias (I)

  1. Pingback: Crónicas hospitalarias (II) | Blog de Juanma Díaz

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